Perdemos el tiempo demasiado.

Desde los más inteligentes hasta los más torpes. Todos, tenemos ese jodido vicio, un vicio tan fuerte, que muchos estamos enganchados a él. Digo estamos, porque yo soy la primera.
Parece que la estabilidad de la situación acentúa aún más esta perdida. Es curioso como la rutina nos aburre y nos deja en un estado de “stand by” en el que no podemos aprovechar todo lo que deberíamos, es más, nos perdemos infinidad de cosas. Sin embargo, cuando algo es nuevo para nosotros, un buen ejemplo sería el de un viaje, ahí si que no queremos desperdiciar ni un solo segundo. Queremos verlo todo, hacer todo lo que se pueda hacer, salir todo lo que se pueda salir, comer todo lo que se pueda comer, y dormir lo mínimo posible para no desaprovechar el tiempo. ¡Cuánta ironía!
¿Somos conscientes a caso que la simplicidad conlleva muchas veces a la felicidad? No hace falta irse muy lejos para conseguir, como si fuesen trofeos, grandes momentos que recordar.
Debemos tener en cuenta que el tiempo no es algo que podamos recuperar, que un minuto perdido, perdido está.
Lo malo de todo esto es que nos damos cuenta luego, cuando echamos de menos, cuando añoramos el pasado, cuando queremos volver a una escena concreta de la película de nuestra vida. Pero no, no podemos. A diferencia de una película normal, a la que tan acostumbrado estás a parar, rebobinar, adelantar o quitar porque no te gusta, la nuestra sólo se filma una vez y va como a ella le da la gana, no existe ningún botón con el que la puedas controlar.
Volviendo a lo de antes, no es producente tener siempre en mente que el tiempo es finito. Demasiado agobio.
Pero sí que es verdad que de vez en cuando esa idea podíamos tenerla un poco más presente, sólo un poco.
Dicho sea de paso que perder el tiempo tampoco es tan malo, lo necesitamos cada cierto tiempo. Es nuestra vía de escape, nuestra pequeña salida hacia un área de descanso después de tantas horas de viaje por esta peculiar carretera.
Pero vuelvo a repetir: no nos pasemos con ello.

Diez de Mayo.

¿Por qué nos empeñamos en planear cada uno de los minutos de nuestros días?
Rara vez, yo diría que nunca, las cosas que están planeadas salen como queremos.
Por contraposición, los mejores momentos vienen a nosotros cuando
menos los esperamos. Sé de lo que hablo.
Desconfía del día que se nos presenta como “LA GRAN OCASIÓN PARA …”,”HOY VA A SER …”. No.
Desconfía. Son imanes que atraen la mala suerte y todas sus consecuencias. Gracias. Gracias por darle un giro de 180º a un momento idílico y tan esperado.¿ Para qué? Para convertirlo en un mal recuerdo y sin ser tan drásticos, en una situación de poca gracia, pero la gracia llegará cuando pasada una semana recuerdes o más bien aprendas que de nada sirve planear las cosas. El destino es caprichoso y jugará contigo cuando quiera. De tu lado o en contra.
¿ Me saldrá mejor si planeo todo lo contrario a lo que quiero? TAMPOCO. Es un juego trucado y siempre perderás tú.
Pero a pesar de todo, nuestra corta estancia en esta larga vida, es gratificante.
Abundan los días sorpresa, como a mí me gusta llamarlos, pequeños regalos que vamos encontrando en nuestra rutina. La cara B, los antónimos, los contrarios, los opuestos a los imanes. UN MOMENTO. Para nada son los opuestos, éstos también son imanes, pero con una pequeña gran diferencia: atraen la buena suerte y todas sus consecuencias.
Una palabra, una persona, un gesto e incluso un pensamiento pueden cambiar el rumbo de tu tarde.
Una tarde que con toda seguridad se presentaba como una más. Quizá, si el genial jugador del destino lo quiere, se puede convertir en “LA TARDE”. Aquella que llevabas planeando meses y nunca salió bien, pero hoy, te la ponen ante ti y mucho mejor de lo que esperabas.

Nuestra existencia es una ecuación matemática bastante simple, suma de X+Y. Al fin y al cabo, todos tendemos días maravillosos y días horribles, pero seamos sinceros, los primeros nos encantan por sí mismos, pero los segundos nos gustan todavía más, porque nos hacen ver cómo los maravillosos lo son aún más después de haber tenido uno horrible.
Ambos son imprescindibles para resolver la ecuación. Sin X, no obtendremos nunca Y.
Sin Y, no obtendremos nunca X.

Una pequeña reflexión, más bien una escusa, para poder escribir EL acontecimiento que ha tenido lugar hoy.
No recuerdo muy bien dónde fue, pero recuerdo que hace tiempo leí una frase, que me pareció una gran verdad, una verdad universal, que no puedes cuestionarla y aunque lo hagas, seguirás sabiendo que es verdad. Decía así: Los mejores momentos vienen cuando menos los esperas. Cierto, tanto, como que respiramos sin querer y sin darnos cuenta.
Bien, hoy ha sido un día en el que cierta persona anónima, salía de su casa para ir a la biblioteca, esperándose cualquier cosa menos lo que le ha pasado.
No es que se arrepienta, al revés, da una y mil gracias a su “buena suerte” ( ¿por qué no llamarlo así?) . Ha vuelto a vivir una vez más, la sensación de creer perdido algo, algo que buscas desesperadamente durante mucho tiempo y que al cabo de los meses, puede que años, abres el cajón del escritorio en búsqueda de otro objeto, pero ahí está aquel que dabas por perdido hace mucho. Hoy le he encontrado, un poco diferente, el paso de los años pasa para todo y todos. No tenía polvo, me atrevería a decir que los años son sabios y conceden una belleza inexplicablemente pura. Belleza que supera cualquier cannon.
A partir del momento en el que lo encuentras , se convierte en algo imprescindible, que antepones a cualquier cosa. Quizá sea por el cariño que le tienes después de tanto.
Puede que ahora no te sea tan útil como lo era antes. Pero aún así, te aterra la idea de que vuelva a desaparecer, de que se vuelva a esfumar como el humo de un pitillo, algo que estás acostumbrada a ver diariamente. Impotencia de no poder detenerlo, de no poder capturarlo, no. El humo se esfuma, el humo no pertenece a nadie. Parece ser que existe una clase de objetos rebeldes que se manifiestan y reivindican ser como el humo. Lo consiguen.
Miedo a que desaparezca, porque podría ser por otra temporada, pero ¿ y si es para siempre? ¿qué harás si ya nunca lo vuelves a encontrar?
Resignación. Aceptar que la vida va ligada a los avances, que puede que tu pequeño objeto quiera o necesite pasar a una historia mejor.
Yo, hoy le he encontrado, pero espero que esta vez tenga la precaución de ser ordenada para no volver a perderlo de vista. Y si es así, si me vuelvo a despistar de ti y te escondes o te vas, espero no darme cuenta, espero no volver a echarte de menos.
Gracias. A ti y a todo lo que eres.

maldito sonido.


RiiiinG. RiiiiiiiinG.

Suena el despertardor, ese maldito sonido llega interrumpiendo un sueño.
Cuesta levantarse pero lo hago, soy responsable.Estoy agotada, mi cuerpo no responde y mi mente se va de viaje justo en el momento de ponerme. Antes cuando decía «estudiar», lo hacía. Ahora, busco dos mil un pretextos para no tener que sentarme delante de los apuntes. NECESITO VACACIONES Y QUE EN ELLAS ESTÉS TÚ.